En uno de los episodios de delirio con los que occidente usualmente se encuentra, muchos que hoy viven en la cúspide de la historia humana, se afanan en presagiar la caída del mismo modelo que les ha permitido gozar de mayor comodidad y riqueza que en ningún otro momento en la historia.
Mucho de este sentido de rabia hacia el sistema surge por una interpretación simplista de las bondades del capitalismo, entendiendo que este prometía un estadio de riqueza absoluta para todos, sin importar las condiciones.
Ignoran, en su desdén absoluto por el sistema, que todas las alternativas planteadas y ejecutadas, en mayor o menor medida, han fracasado. Y esto no por un esfuerzo dirigido por la gran cábala de los Anunnaki que gobiernan al mundo desde las sombras, o cualquier otra teoría conspiranóica moderna, sino por las fuerzas naturales del mercado que promueven la libertad y todo lo que esta puede lograr bajo un modelo liberal democrático.
Y aun cuando es cierto, porque lo es, que en los últimos 30 años una minoría ha acumulado una cantidad exorbitante de riqueza tergiversando el buen funcionamiento del sistema, también es cierto que ningún otro sistema cuenta con la flexibilidad y el dinamismo necesario para hacer las correcciones de lugar y continuar impulsando el desarrollo de toda la especie.
No existe ningún otro sistema que pueda atravesar el trauma de la reorganización de sí mismo que se requiere mejor que el capitalismo liberal democrático.
Pero como en su momento lo hicieron alabando las “ventajas” del estalinismo soviético, del castrismo y del chavismo, hoy se yerguen, cuál ángeles del apocalipsis, soplando las trompetas que anuncian el final de la primacía occidental y el ascenso de China como salvadora de los desposeído e instauradora de un “nuevo orden mundial”. Claman con una pasión frenética cuasireligiosa, como si todo esto implicara, de manera automática, una redistribución de la riqueza que a ellos les beneficiaría directamente, o algún cambio de paradigma que les afectará directamente de manera positiva. Olvidando tal vez, que el modelo chino solo le funciona a los chinos, y que a diferencia de occidente, estos no se ven como parte de una cultura universal.
Pero, al margen de las diferencias ideológicas, cosmogónicas y étnicas que separan a China de occidente, en este momento nos tomaremos un respiro para desmontar la última de las falacias propagandísticas que hoy alaban a los cuatro vientos.
En este caso, hablaremos de los BRICS y su “expansión”. Pero no nos detendremos a hablar de la falta de organización del llamado bloque, ni de lo simbólico, más que práctico y real, de la expansión de este, y mucho menos de los entuertos legales que dividen el anuncio en prensa de la aplicación real del mismo. Lo que haremos, es mirar a la otra cara de la data, para poder contextualizar realmente cuál es el peso en la economía mundial de este nuevo bloque, y si es cierto que su existencia representa algún tipo de peligro para el modelo capitalista liberal de occidente, o por el contrario no es más que otro dependiente directo del mismo.
Para esto vamos a tomar como punto una data significativa, que afecta directamente a los Estados y a sus pobladores, como lo es la de intercambio comercial. Muchos datos se han dado sobre tamaño de la población, sobre expectativa de crecimiento en los próximos 30 años y otras tantas cosas que prometen mucho, pero por el momento significan muy poco.
Aquí vamos a tratar de cuantificar el peso real, no solo al bloque de los BRICS+ en función de cuanto intercambian entre ellos, sino también de su impacto en la economía global y de cuanto dependen, directamente del modelo que los apocalípticos tanto desprecian.
Para utilizar algún punto de comparación tomaremos a otro bloque, en este caso al G7 el cual está compuesto por los Estados Unidos de América, Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón y Reino Unido.
En contraposición tenemos al BRICS “original” con Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica y al BRICS+, Argentina, Egipto, Etiopía, Irán, Arabia Saudita, y los Emiratos Árabes Unidos.
Utilizando el PNB nominal y los datos del Banco Mundial tenemos que en el caso de los G7 se encuentran las economías número 1 (EE. UU.), 3 (Japón), 4 (Alemania), 6 (Reino Unido), 7 (Francia), 8 (Italia) y 9 (Canadá).
Mientras que, en el caso de los BRICS+ tenemos a las economías número 2 (China), 5 (India), 10 (Brasil), 11 (Rusia) y 39 (Sudáfrica). Los nuevos miembros se encuentran en las posiciones número 18 (Arabia S.), 23 (Argentina), 33 (EAU), 41 (Egipto), 43 (Irán) y 58 (Etiopía)
Utilizando data del Internacional Trade Center, que se alimenta de UNCOMTRADE, en colaboración con UNCTAD, la OMC y la UE, pasaremos a hacer algunas comparaciones.
La economía global tuvo en el 2022 un valor acumulado de intercambio comercial de aproximadamente USD$32,000,000,000,000.00 (32 billones de dólares). Bajo este monto pondremos en contexto qué cantidad de esto fue manejada por los BRICS+ y el grupo del G7 para tener una idea comparativa más clara del peso global que tiene cada grupo.
De manera general los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) exportaron al mundo un acumulado de 5 billones de dólares mientras que el G7 exportó 6,9 billones. Esto es un 15.6 y un 21.5% del total global respectivamente. Para las importaciones los BRICS sumaron 4 billones mientras que el G7 sumó 8,7 billones, siendo esto un 12.5% y un 27.18%, importando el G7 más del doble que los BRICS.
Pero veamos como estuvo el tráfico de bienes entre los bloques. El G7 exportó a los BRICS 762 mil millones de dólares e importó 1,7 billones. Favoreciendo la balanza aquí a los BRICS que tuvieron como mercado principal de sus exportaciones al G7. Más aún cuando comparamos que las exportaciones de los BRICS al G7 representaron un 34% de sus exportaciones. Mientras que para el G7 las exportaciones al bloque de los BRICS solo representaron aproximadamente un 11% de sus exportaciones globales. Podemos ver que la relación de fuerzas favorece al G7 ya que es el mayor foco de exportación para los BRICS.
En el campo de las importaciones desde el mundo hacia los bloques, los BRICS, los originales, importaron del mundo unos 4 billones de dólares en el 2022. Esto es menos de las mitad de lo que importó el G7, que ronda los 8.7 billones en el mismo período. Si le agregamos los nuevo 5 países, la aguja apenas se mueve en 700 mil millones. Siendo el G7, un dinamizador de la economía global de mayor peso de lo que lo es el BRICS.
Estos números, los del BRIC, encubren en realidad el peso desorbitante que tienen China en el “bloque”. China sola exportó al mundo el 70% de lo que representan las exportaciones del bloque. De igual manera importó del mundo el 67% de todas las importaciones del bloque. Así mismo China, dentro del comercio entre los miembros del bloque representa el 54% de las exportaciones y el 53% de todas las importaciones. China, igualmente, representa el 50% de las exportaciones de los BRICS+ al G7 y un 66% de las importaciones desde el G7.
Como es evidente, los BRICS+ no son más que un espacio para fortalecer la posición China dentro del sistema comercial mundial, con poco beneficio accesorio para los demás miembros.
¿Pero cómo se comparan en comercio a lo interno de los bloques? En el caso del G7, este tuvo un intercambio comercial entre sus miembros por valores superiores a los 5 billones de dólares. Mientras tanto los BRIC+ tuvieron un intercambio comercial interno de apenas 1.6 billones de dólares. Esto recordando de que la mitad de todo ese intercambio responde a China comerciando con esos países, siendo seguida en un distante segundo lugar por India.
La importancia de la calidad del intercambio también es relevante, ya que mientras los G7 comercian con bienes de alto valor agregado, los BRICS+ se manejan en transferencia de grandes cantidades de materia prima hacia China, en una recreación del comercio colonial que occidente experimentó hace ya unos cuantos siglos.
Ahora veamos el peso real de los “nuevos miembros” Argentina, Egipto, Etiopía, Irán, Arabía Saudita y los Emiratos. En general estos ya exportan más al bloque BRICS que al G7 con una diferencia de 2.5 a 1. Al igual con las importaciones, estas demuestran una diferencia de 1.5 a 1 a favor de los BRICS. Pero es en el peso real de exportaciones globales donde hay que ver cuál es su fuerza.
Las exportaciones globales de los “nuevos miembros” representan aproximadamente 17.8% de las exportaciones globales de los BRICS al mundo y un 13% de las exportaciones del G7 al mundo. De igual manera en el campo de las importaciones, los BRICS representan un 18% de las importaciones en comparación con los BRICS y un 8% en comparación con los G7.
Si sumamos la exportaciones globales de los nuevos miembros a las de los BRICS, estamos hablando de una diferencia todavía de 5.9 a 6.9 billones a favor del G7 en exportaciones y de 4.7 a 8.7 billones en importaciones a favor del G7. Que tomando como base la cifra de 32 billones, equivaldría a un 14.68% para los BRICS vs. un 27.18% del G7.
La data, al final del día lo que nos habla es de la diferencia en la calidad de las economías. Los antioccidentales de siempre solo hablan de números en bruto, población, reservas de crudo. Pero en la realidad de los mercados lo que vale es la calidad y el monto del intercambio comercial, la fuerza del mercado y el consumo, la capacidad de exportar e importar, y más importante el dinamismo de las economías participantes.
Los 7 miembros del G7 se encuentran entre las economías más ricas del planeta. Entre los miembros del BRIC solo China, India y Brasil están entre los primeros 10. Y cabe destacar también, que esos 3 países tienen el 37% de la población del mundo. Mientras que los 7 países del G7 suman menos del 10%.
Las comparaciones sin contexto son fantásticas para quienes andan promoviendo propaganda antioccidental, pero al final del día no pueden ocultar la verdad de la data, los BRICS+ no son más que un escaparate para la expansión China, que a fuerza de promover una alternativa al modelo liberal democrático occidental ha creado un sistema de explotación extractiva de transferencia de materias primas a cambio, pero que al final del día depende de manera avasalladora del éxito del modelo liberal capitalista de occidente y de la fortaleza de sus mercados.