La banalidad del mal digital: memes, hipercomunicación y el colapso de la realidad.

Ilustración digital surrealista de una figura humana difusa frente a una pantalla gigante que desborda iconos de redes sociales deformados y derretidos, mezclándose con el entorno. La escena, en tonos oscuros con destellos de neón, simboliza el colapso entre lo real y lo digital.

Vivimos en una época donde la frontera entre lo real y lo simbólico se ha derrumbado. Los memes, que en otro tiempo fueron simples unidades culturales, hoy se convierten en armas capaces de moldear percepciones y comunidades enteras. La banalidad del mal, que Hannah Arendt identificó en la obediencia ciega de Eichmann, se manifiesta ahora en gestos triviales como un like o un share: acciones que parecen insignificantes, pero cuyo efecto acumulado es devastador. En esta hiperrealidad descrita por Baudrillard, donde la representación sustituye lo real, la democracia se degrada: el ciudadano ya no decide sobre hechos, sino sobre narrativas virales. Frente a este vacío digital, solo queda la resistencia: recuperar la responsabilidad sobre lo que nos hace humanos, antes de que el simulacro nos devore por completo.


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