En su artículo de opinión “Diplomacia: marco esencial”, publicado en el día de hoy 4 de diciembre de 2020 en el Listín Diario, el embajador Manuel Morales Lama cita a Antonio Patriota haciendo referencia a cuál es el propósito de la diplomacia. Dice este, que el propósito de la misma es “la creación de condiciones y prospectos de oportunidades para que el comercio internacional sirva al
proyecto de desarrollo del país”. Hago mención sobre la cita, y el referido artículo, ya que además de establecer de manera muy clara cuales son las condiciones que debe de tener un profesional de la diplomacia, también nos deja esa excelente descripción de cuál es el propósito fundamental de todo el entramado diplomático de un país.

En el caso de la República Dominicana, 8.a economía de Latinoamérica y 1.a de Centro América y el Caribe, es hora de que nuestro cuerpo diplomático sea enfocado en reclamar el liderazgo y la primacía sobre la región que nos pertenece de manera natural. Nuestro país, debido a su dinamismo económico y al sostenido crecimiento que ha tenido en las últimas dos décadas, se ha encontrado destinado a convertirse en el líder económico y político de toda la cuenca del caribe y centro américa, pero nunca ha logrado articular una política coherente y decidida para esto.

Para lograrlo, contamos con dos grandes ventajas en estos momentos, una a nivel local y otra a nivel internacional.

A nivel local contamos con una presidencia que ha demostrado, desde el principio, que se encuentra enfocada en promover que la República Dominicana se convierta en el hub logístico que siempre debió haber sido. Además de esto, se nota una clara intención de promoción del desarrollo de la industria local y de la economía del comercio interno en todas sus variantes, sin olvidar los pilares económicos del turismo y la inversión extranjera. Todo esto sumado a la designación de un canciller de la República, que cuenta con la preparación y la capacidad requerida para poder capitalizar sobre esto.

En segundo lugar, contamos con un sistema internacional que se encuentra en un proceso de reajuste, en el cual los bloques regionales de comercio vuelven a tener un valor decidido e importante ante la reorganización de las esferas de influencia de las grandes potencias. En nuestra región nos encontramos con un Brasil desinflado, una Venezuela a la deriva, una Colombia retraída, un México que ha abandonado el sur y unos Estados Unidos asediados por fuerzas externas e internas que le mantienen luchando por su identidad como baluarte de la democracia y la libertad.

Es este el momento clave para la República Dominicana, de convertirse en el líder indiscutible de una región que durante demasiado tiempo se ha mantenido fracturada y sin un liderazgo económico y político claro y demarcado.

Es, por tanto, que debemos aprovechar el momento y enfocar nuestras energías para entrar en consonancia con la visión de expansión económica que ha planteado el presidente de la República, y reclamar lo que desde siempre ha estado destinado para nosotros, el liderazgo político y económico sobre la región del Caribe y Centro América.

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