Conocí a Gabriel Sánchez Zinny en julio de 2019, nos encontramos una tarde lluviosa en el café La Biela, en Recoleta, allí donde un Borges en silencio junto, a un sonriente Bioy Casares, espera a que el mundo haga un poco más de sentido. En aquel momento iba de encargo, a llevarle un presente que le enviaba su amigo Ito Bisonó. Gabriel se encontraba con unos colegas, de los cuales se alejó un momento para brindarnos todas las atenciones que se le brindan a un amigo de antaño. En pocos minutos, con su acostumbrada impetuosidad creativa, estrechamos lazos, compartimos anécdotas y quedamos de que le acompañaría a un viaje de trabajo a uno de los pueblos cercanos del Gran Buenos Aires. Este pueblo cercano se encontraba a 400 kilómetros de distancia, pero en un país de carreteras y horizontes infinitos, 400 kilómetros son nada.

De las sobrecogedoras vistas me ahorraré la descripción, ya mucho se ha escrito y se ha cantado sobre ellas. Pero mencionaré dos elementos que me enseñaron la otra cara de Gabriel, la profesional. Durante todo el trayecto, mientras yo me quedaba absorto por lo inconmensurable del horizonte en pleno invierno, Gabriel no paró en ningún momento de trabajar. Llamó a colegas, concertó reuniones, resolvió problemas, escribió correos, leyó presentaciones, las corrigió, las desechó, las corrigió de nuevo, todo con una visión enfocada a la maximización del tiempo constreñido por las distancias de las que luego nos hablará en su libro. Al llegar a la localidad de Madariaga y pasar de pronto por donde el Intendente, el cual aún a falta de haber visitado Santo Domingo lo conocía bien y había leído de su historia, nos apresuramos a llegar al evento en cuestión, la inauguración de un jardín infantil que tenía años perdido en trámites y trabas burocráticas y que no fue sino hasta la llegada de Gabriel que pudo ver la luz y ser por fin construido.

Y esto nos lleva a su libro, Educación: lo que no nos cuenta. En este libro Gabriel Sánchez Zinny nos relata cuáles son a su entender las cosas que un ministro, en este caso de educación como fue su caso, necesitaría para poder tener una gestión exitosa. Con un lenguaje claro y casual, pero el cual no cae en la ligereza de la conversación cotidiana, Gabriel nos lleva por su experiencia como ministro de educación de uno de los sistemas educativos latinoamericanos más grandes del continente. Nos expone la importancia del liderazgo horizontal, de lo valioso que es el empoderamiento de las dirigencias medias a la hora de darle valía a los involucrados y de crear pertenencia. También nos habla de como se ha vuelto esencial el introducir elementos de liderazgo disruptivo en nuestras formas de manejar las instituciones públicas, introduciendo elementos de otras áreas que nos pueden brindar una visión distinta sobre problemas que hasta la fecha parecerían imposibles de resolver. Nos habla de la importancia de rodearse de personas altamente calificadas, de modernizar aquellos procesos que no son eficientes y ralentizan la toma de decisiones y peor aún, la resolución de problemas.

Pero, a parte de todos los buenos consejos que nos expone basados en su experiencia en el ministerio, a mi entender lo más importante de todo su relato es cuando nos habla de que como sociedad debemos de empezar a ver al Estado como un proyecto a largo plazo que no termina y empieza cada 4 u 8 años. Los cambios de partido no pueden ser una excusa para que las políticas públicas sean reiniciadas una y otra vez, ya que es en esta falta de consistencia y de permanencia de las políticas públicas donde yace la verdadera debilidad de nuestros sistemas latinoamericanos. Analizar lo que se ha hecho, ver qué de esto es verdaderamente valioso por encima de las diferencias políticas o ideológicas, reforzar, arreglar, cambiar, pero definitivamente dejar de destruir lo que se ha hecho solo porque lo hizo el otro.

Lo que Gabriel nos cuenta es todo aquello que pocas veces podemos escuchar. Una visión íntima y personal de alguien que llegó a un ministerio sin manual de acción, y que salió de él con la intención de dejar una hoja de ruta para aquellos que vinieran después, pero que aplica a todos los que de una u otra manera vayan a contribuir en el manejo y el ejercicio de las políticas públicas de un país. Y como dice él mismo “Porque creo en la importancia de aprender de todos es que quiero compartir mis lecciones aprendidas…”.