Excelentísimo señor presidente, esperaba que nos dijera la verdad en su último discurso, pero no lo hizo. Al igual que en todos los anteriores, se le ha notado la falta de decisión y de capacidad. Se ha notado cómo, en estos momentos de crisis, queda demostrado que nunca ha sido un gran estadista; sino un gran conspirador de pasillos oscuros, que se ha erigido a fuerza de paciencia y papeleta en administrador del proceso de dilapidación de la cosa pública.
Es hora ya, de que nos diga la verdad. Que tenga la espina para pararse frente a la nación y decirle de frente que las cosas no están bien. Que la normalidad y la cotidianidad han abandonado el escenario y no volverán por mucho tiempo. Que los abrazos que extrañamos, los besos que deseamos y el zarandeo al cual estamos acostumbrados, no volverán en lo que nos resta de año. Es hora de que nos mire a los ojos y nos quite esa ilusión fútil de que en un par de semanas las cosas volverán a estar bien. Porque no lo estarán.
Tal vez es que usted no lo sabe. Tal vez es que en las noches de desvelo, que seguro que le tienen que acontecer, no se lo ha logrado imaginar. Tal vez es que ninguno de sus sicofantes, tan acostumbrados a darle siempre la razón y a decirle que todo está bien, se le ha acercado a decirle a usted la verdad. Y en caso de que nadie se lo haya dicho, se lo digo yo señor presidente, hemos perdido el 2020.
Atrévase a darle la orden al Ministerio de Educación para que suspenda las pruebas nacionales. Informe de una vez de que no volverán las clases presenciales este año escolar. De la orden de sacar de la incertidumbre generadora de ansiedad, a los miles de adolescentes que no saben qué les espera y a sus padres que tienen la titánica tarea de contener todo lo que les está sucediendo. Exonere a esos miles de estudiantes que hoy en día se encuentran aprendiendo a hacer hogar, a lidiar con una crisis familiar, social, sanitaria e histórica. Miéntales, como está acostumbrado, y déjeles saber que el presidente de la república tiene un plan coherente y no se encuentra abrumado y arrollado por los acontecimientos. Como usted y yo sabemos que lo está.
Infórmele a nuestro pueblo de que las medidas de aislamiento social se extenderán hasta final de año. Tenga la fortaleza necesaria para generar un plan de estímulos coherente en pos de resguardar a nuestros empleados y a nuestros empleadores. Dese cuenta de que a nadie le importa que usted diga que todo va bien, cuando claramente sabemos que miente y que todo lo que hace tiene un tinte de campaña.
Ya le sonó la campana señor presidente. Este es su momento de salir por la puerta grande como un estadista que manejó una de las peores crisis que ha vivido la república, o como un triste hombre que solo supo adquirir el poder para beneficiarse de él, y no para ayudar a su nación cuando esta más lo necesitaba.
Díganos ya la verdad señor presidente.